No. 441 El tormentoso arte de la muerte

¡100.000 lectores semanales!

Descripción: ConfabulaCabezoteActual

FUNDADORES: Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio. DIRECTORA: Amparo Osorio. COMITÉ EDITORIAL: Iván Beltrán Castillo, Fabio Jurado Valencia, Carlos Fajardo. CONFABULADORES: Fernando Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio, Fabio Martínez,  Javier Osuna, Sergio Gama, Mauricio Díaz. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Armando Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica). Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Luis Rafael Gálvez, Martha Cecilia Rivera (Estados Unidos); Jorge Torres, Jorge Nájar, Efer Arocha (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Renato Sandoval (Perú); Luis Bravo (Uruguay); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela);
Si desea cancelar esta suscripción gratuita por favor responda este mensaje a Con–Fabulación
con el asunto “Retiro”


MAHMUD DARWISH



Descripción: mahmud_darwich1

Considerado el Poeta Nacional Palestino y quizás uno de los más célebres literatos árabes contemporáneos, nació cerca de Acre  el 13 de marzo de 1941 y falleció en Houston (Estados Unidos) el 9 de agosto de 2008.
En su trabajo, Palestina se convirtió en una metáfora de la pérdida del Edén, el nacimiento y la resurrección, así como la angustia por el despojo y el exilio. El poeta Naomi Shihab Nye  ha comentado sobre el trabajo de Darwish: "Darwish es el respiro esencial del pueblo palestino, el testigo elocuente del exilio y la pertenencia..."
Varios de los títulos de su prolífica obra, han sido traducidos al español, entre los que destacan:
La huella de la mariposa. Diario (verano 2006-verano 2007), Traducción de Luz Gómez Garía, Valencia, Pre-Textos, 2013, En presencia de la ausencia, Prólogo de Jorge Gimeno y Traducción de Luz Gómez García, Valencia, Pre-Textos, 2011,Como la flor del almendro o allende, Edición y traducción de Luz Gómez García, Valencia, Pre-Textos, 2009, Poesía escogida (1966-2005), Edición y traducción de Luz Gómez García, Valencia, Pre-Textos, 2008, Estado de sitio, Edición y traducción de Luz Gómez García, Madrid, Cátedra, 2002, El fénix mortal, Edición y traducción de Luz Gómez García, Madrid, Cátedra, 2000, El lecho de una extraña, Traducción de María Luisa Prieto, Madrid, Hiperión, 2005, Mural, Guadarrama, Traducción de Rosa Isabel Martínez Lillo, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2003, Menos rosas, Traducción de María Luisa Prieto, Madrid, Hiperión, 2001,Once astros, Traducción y estudio introductorio por María Luisa Prieto, Agencia Española de Cooperación Internacional, 2000, Memoria para el olvido, Traducción de Manuel C. Feria García, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 1997.
Homenaje de Mahmud Darwish a Yannis Ritzos

LA TIERRA SE ESTRECHA PARA NOSOTROS
La tierra se estrecha para nosotros. Nos hacina en el último pasaje y nos despojamos de nuestros miembros para pasar. 
La tierra nos exprime. ¡Ah, si fuéramos su trigo para morir y renacer! ¡Ah, si fuera nuestra madre 
para apiadarse de nosotros! ¡Ah, si fuéramos imágenes de rocas que nuestro sueño portara 
cual espejos! Hemos visto los rostros de los que matará el último de nosotros en la última defensa del alma. 
Hemos llorado el cumpleaños de sus hijos. Y hemos visto los rostros de los que arrojarán a nuestros hijos 
por las ventanas de este último espacio. Espejos que pulirá nuestra estrella. 
¿Adónde iremos después de las últimas fronteras? ¿Dónde volarán los pájaros después del último 
cielo? ¿Dónde dormirán las plantas después del último aire? Escribiremos nuestros nombres con vapor 
teñido de carmesí, cortaremos la mano al canto para que lo complete nuestra carne. 
Aquí moriremos. Aquí, en el último pasaje. Aquí o ahí... nuestra sangre plantará sus olivos.
(Traducción de María Luis Prieto)
PASAPORTE
(1970)
No me han reconocido en las sombras que 
difuminan mi color en el pasaporte. 
Mi desgarrón estaba expuesto 
al turista amante de postales. 
No me han reconocido… Ah, no prives 
de sol a la palma de mi mano, 
porque el árbol 
me conoce… 
Me conocen todas las canciones de la lluvia, 
no me dejes empalidecer como la luna.
Todos los pájaros que ha perseguido 
la palma de mi mano a la entrada del lejano aeropuerto, 
todos los campos de trigo, 
todas las cárceles 
todas las tumbas blancas 
todas las fronteras 
todos los pañuelos que se agitaron, 
todos los ojos 
estaban conmigo, pero ellos 
los borraron de mi pasaporte.
¿Despojado de nombre, de pertenencia, 
en una tierra que ha crecido con mis propias manos? 
Job ha llenado hoy el cielo con su grito: 
¡no hagáis de mí un ejemplo otra vez!
Señores, señores profetas, 
no preguntéis su nombre a los árboles, 
no preguntéis por su madre a los valles: 
de mi frente se escinde la espada de la luz, 
y de mi mano brota el agua del río. 
Todos los corazones del hombre… son mi nacionalidad: 
¡retiradme el pasaporte!
(Traducción de Luz Gómez García) 

VENDRÁN OTROS BÁRBAROS
(1986)
Vendrán otros bárbaros. Raptarán a la mujer del emperador. 
     Sonarán los tambores. 
Suenan los tambores para que del Egeo a los Dardanelos los caballos 
     se alcen sobre los cadáveres.
¿Y a nosotros qué? ¿Qué tienen que ver nuestras esposas 
     con una carrera de caballos?
Será raptada la mujer del emperador. Sonarán los tambores. 
     Ya llegan otros bárbaros. 
Bárbaros que llenan las ciudades vacías, apenas altas sobre el mar, 
      más fuertes que la espada en tiempos de locura. 
¿Y a nosotros qué? ¿Qué tienen que ver nuestros hijos 
     con esta estirpe de impudicia?
Sonarán los tambores. Ya llegan otros bárbaros. 
     Es raptada de su casa la mujer del emperador. 
Y en la casa se gesta la expedición militar que devuelva 
     a la favorita a la cama de su señor. 
¿Y a nosotros qué? ¿Qué tienen que ver cincuenta mil muertos 
      con este casamiento atropellado?
¿Nacerá un Homero después de nosotros?... 
¿Abrirán las epopeyas sus puertas a todos?
(Traducción de Luz Gómez García) 

NO DESEO DEL AMOR SINO EL COMIENZO
(1992)
No deseo del amor sino el comienzo. Sobre las plazas 
de mi Granada las palomas remiendan el vestido de este día. 
En las jarras hay vino abundante para la fiesta que nos sucederá, 
en las canciones hay ventanas suficientes para que eclosionen las flores de granado. 
Dejo el jazmín en su maceta y mi pequeño corazón
en la alacena de mi madre. Dejo mi sueño riendo en el agua 
y al alba en la miel de los higos. Dejo mi hoy y mi ayer 
en el pasaje hacia la plaza de la naranja donde vuelan las palomas. 
¿Soy yo ese que ha descendido a tus pies para que asciendan las palabras 
cual luna blanca en la leche de tus noches? Golpea al aire 
para que yo vea, azul, la calle de mi flauta. Golpea a la tarde 
para que yo vea como entre tú y yo languidece este mármol. 
Las ventanas están vacías de los jardines de tu chal. En otro 
tiempo sabía mucho de ti y recogía la gardenia 
de tus diez dedos. En otro tiempo poseía perlas 
en torno a tu cuello y un nombre grabado en un anillo del que surgía la noche. 
No deseo del amor sino el comienzo. Las palomas han volado 
sobre el techo del último cielo. Han volado y volado. 
Quedará después de nosotros abundante vino en las jarras 
y un poco de tierra es suficiente para que nos encontremos y la paz arraigue.
(Traducción de María Luisa Prieto)


ARMANDO OROZCO TOVAR

Descripción: Armando Orozco
24 de mayo
 de 1943 – 25 de enero de 2017*
Acaba de fallecer en Bogotá, el poeta Armando Orozco Tovar. Desde Con-fabulación enviamos un abrazo solidario a toda su familia. 
MARYLIN
Te levanta la falda el viento
y la muerte no puede
con tus senos, ni muslos
por donde corría veloz
la adolescencia.
Íbamos al cine del barrio
a acompañarte
en la soledad tan tuya
de Los Ángeles. Aquella
que no pudieron remediar,
Dougherty, Di Maggio, Miller,
los millones, la Twenty Century Fox,
los barbitúricos, el teléfono
y aquel último disco de Sinatra.
Te levanta la falda el viento Marilyn.

PRESENTIMIENTOS
Tengo miedo de los amigos
perdidos
entre el humo y el sueño.
Tengo miedo de los labios
que dejan en el aire
silbando el filo de un cuchillo.
Tengo miedo del paisaje
donde ya nadie habita
el desnudo río del recuerdo.
Tengo miedo del minuto
que nos hunde
en la oscura memoria de los sueños.
                A María Mercedes Carranza
GUSTOS
De la vida me gusta la música de Mozart,
pero también el vallenato,
caminar y escribir un poema,
leer a Roque Dalton,
recordar La Habana,
los bares donde nos sentábamos,
Rafael, Reinaldo y Luisa,
en aquellos días de la gran zafra
y las naranjas.
Ver los rostros a través de las ventanas,
abrirlas para sentir la lluvia.
Me gusta Isabel y su ternura,
mi hijo arreglando (cuando le pregunto)
“para mañana, mis pistolas”.
La risa de Alejandra y de María Fernanda, el llanto.
Volver a la infancia con sus nísperos,
solares donde jugábamos peleándonos
con los amigos muertos.
Me gusta el tango, El Jefe, mi cama
donde repaso el amor, donde envejezco la tristeza,
las cartas sin herirnos, las palabras,
me gustan los puertos con árboles y pájaros,
los gatos.
En fin,
me gusta la vida, la vida con su muerte.
                A José Luis Díaz Granados

*Destacado poeta, pintor, catedrático, y periodista colombiano, autor entre otros de los poemarios:  Para llamar a las sombras, En lo alto del instante, Eso es todo, Del sonámbulo imaginado


FUNDACION FAHRENHEIT 451

Descripción: CASA RUSTICA
Para conmemorar los 10 años de su creación la Fundación Fahrenheit 451 está circulando la invitación a este evento que se celebrará en Casa Rúsica Bogotá, (Calle 70 No. 9-41, Quinta Camacho), el viernes 3 de Febrero a las 7pm.


EL TORMENTOSO ARTE DE LA MUERTE*
Por Amparo Osorio


Demasiadas pasiones acongojan al corazón y es por ello necesario aclarar que enfrentarse a una más, controvertida, temeraria, antiquísima y reverenciada por millares y millares de seguidores a lo largo de la historia y en diversas latitudes geográficas, quizás sea articularse a una cadena irreconciliable de defensores y detractores puesto que aquí no hay Nil novi sub sole (nada nuevo bajo el sol)

La tauromaquia sin embargo, precedente de la Edad de Bronce, y desarrollada durante varios siglos como un acto de valentía, se ha convertido en nuestros tiempos en un tormentoso arte de la muerte, mostrándonos tristemente que en los albores de este siglo XXI el hombre, entendido como un “ser humano”, con la sublime connotación que esta palabra representa, sigue siendo uno de los más atroces y cobardes exponentes de la especie viviente.

Si las mitologías y algunas religiones sustentaron sus creencias y su fe en el sacrificio animal como halago o ruego a los dioses para soluciones inminentes relativas a la recolección de las cosechas, la aparición de los frutos, el cese de las sequías o las inundaciones, la extinción de las plagas, etc., existía en tal acto una profunda validez ontológica para que tales sacrificios fuesen consumados, puesto que se trataba en el imaginario colectivo, de la supervivencia de una especie: la humana.

No obstante y con el correr de los siglos, esta ofrenda animal se constituyó en emblema de bárbaros que necesitaban demostrar su hombría, su valor, la nobleza de sus imperios o la hidalguía de sus cunas, prolongándose a nuestros tiempos como la falaz puesta en escena de un espectáculo conducente a la traidora muerte de nuestro apetecido juguete momentáneo.

Desdibujado hacia vertientes insospechadas, este “Lanceo de toros” entre cuyos aficionados medievales se encontraban Carlomagno y Alfonso X El Sabio, fue trascendiendo a los reinos de Francia y España, en una inmisericorde expansión que unía extrañamente a la corte y la plebe, para convertirse a partir de la segunda mitad del Siglo XVI hasta nuestros días, en un mal llamado “evento cultural” capaz de reunir –como en muy pocas ocasiones– al Jet Set y al pueblo, en una irónica cita que testimonia sus pasiones de desenfrenada sevicia.
El toro, antaño representante de la fertilidad, de la fuerza, origen del sentido de la protección según la mitología babilónica y representante de la constelación de Tauro, el elegido por los antiguos egipcios para ser embalsamado y colocado en tumbas de piedra por su carácter de animal sagrado, el dios de los cretenses entre cuyos cuernos reposaba la tierra, el responsable según otras culturas del  nacimiento de las pléyades, el hijo de Babalón o Isis, un noble entre los nobles por todo lo que representó de grandeza para las antiguas civilizaciones, y cuya, humildad y conmiseración se hunden y desaparecen en la singularidad de todos los valores,  nos enseña con su hidalga muerte que no nos hemos separado jamás de las vetas de un destino trágico cuyos orígenes datan de antiguas mitologías, y que amparados en nuestra soberbia de “Homus sapiens”, hemos perversamente continuado y sostenido para nuestro propio deleite.

Seguimos  edificando sociedades cuya bitácora moral no existe, porque la visión temeraria de un pasado inconcluso regido por la barbarie sigue constituyéndose en el precario horizonte con que el que se supone se asegurará el porvenir: el del comercio de la sevicia parado sobre el potro de la tortura, en este caso contra las especies más desprotegidas que constituyen lo que irónicamente llamamos el “reino animal”.

Si para Michel Leiris en uno de sus textos capitales: la fascinación del toreo radica en la fusión entre riesgo y estilo, concepto posteriormente validado por Octavio Paz en Corriente Alterna cuando afirma que: “en el toreo el peligro alcanza la dignidad de la forma y ésta la veracidad de la muerte”, me atrevo a imaginar que se referían estos geniales autores al hecho de la “fascinación por lo temerario” como mera expresión artística circunscrita a las definiciones, concepciones y acepciones de la palabra “valor” y sus simbólicas parentelas: coraje, arrojo, gallardía…

No son sin embargo los anteriores escritores los únicos que han dedicado significativas páginas literarias al análisis y comentario del arte del toreo. Para José Ortega y Gasset, era “impensable estudiar la historia de España sin considerar las corridas de toros, y en su Historia de las ideas estéticas de España, Menéndez Pelayo define a la tauromaquia, como una: “terrible y colosal pantomima de feroz y trágica belleza”. Tampoco se quedaron atrás algunos de los representantes de la generación del 27, entre quienes sobresalieron las declaraciones de Federico García Lorca con su concepto de que “los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo», y Antonio Machado, ese perito en lunas que en su obra Juan de Mairena declaró: «Con el toro no se juega, puesto que se le mata, sin utilidad aparte, como si dijéramos de un modo religioso, en holocausto a un dios desconocido».
Su relevancia ha sido plasmada también por grandes artistas universales como Goya, Picasso, y Manet entre otros.

Pero alejados de la sagrada irracionalidad que marcó el desarrollo de las sociedades primitivas, otro sin embargo es actualmente el pre y pos escenario de las corridas de toros, que tras el engranaje de viles artilugios en contra de la bestia nos lleva a preguntarnos qué o quién nos permite vulnerar esas fronteras entre espectáculo y arte, entre valor y brutalidad, entre lúdica y sevicia, en síntesis, entre vida y muerte.

Una larga tautología deriva entonces de la hoy llamada “fiesta brava”, que compendia la inmensa historia del toreo con sus monumentales plazas, sus más de 20.000 celebraciones taurinas anuales en el mundo, su lenguaje de manoletas, chapolinas, tercios, preseas, trompetas, nobles animales, indultos, etc.,  pero en esta multiplicidad de lo imaginario existen también escalofriantes historias que hablan de cómo se logra una espectacular faena, y entre cuyos tristes preparativos se dice de: encierros en la oscuridad que los hace lanzarse aterrorizados a un ruedo conmocionado por millares de gritos, sacos de arena sobre el cuello soportados durante toda una noche para ser debilitarlos, golpes en los riñones y testículos para producir diarrea, -otro debilitamiento orgánico-, ojos impregnados de grasa para producir una visión borrosa al instante de salir al ruedo, extremidades sometidas a un ungüento que produce ardor y que impide durante la faena que el  animal permanezca quieto.

Improbable o real, es decir ficción moderna para otorgarle el beneficio de la duda, la única realidad, la que se presencia en la arena, es la de un animal humillado, lacerado y herido que ratifica con su sangre nuestra arrogancia y ceguera, arrogancia que nos debiera permitir un transformación fundamental de este sombrío espectáculo de muerte, tal y como se ha logrado proceder ya en diferentes partes del mundo.

Sería lícito entonces urgir un cambio, clamarlo incluso y en aras del cese de este inútil holocausto animal, invocar esas significativas palabras de Octavio Paz, cuando afirmaba en Vuelta: “No nos faltó entereza para cambiar el mundo. Nos faltó humildad.

*La anterior crónica publicada hace unos años en este periódico virtual, cobra de nuevo su valor real tras los incendiarios actos sucedidos en Bogotá la semana pasada, luego de la apertura de la Plaza de Toros La Santamaría y en los cuales, más de 5.000 participantes entre adeptos y contradictores, demostraron una vez más nuestra violenta condición capitalina.