No.461 Al filo de la hoja

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Descripción: ConfabulaCabezoteActual

FUNDADORES: Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio. DIRECTORA: Amparo Osorio. COMITÉ EDITORIAL: Iván Beltrán Castillo, Fabio Jurado Valencia, Carlos Fajardo. CONFABULADORES: Fernando Maldonado, Gabriel Arturo Castro, Guillermo Bustamante Zamudio, Fabio Martínez,  Javier Osuna, Sergio Gama, Mauricio Díaz. EN EL EXTERIOR: Alfredo Fressia (Brasil); Armando Rodríguez Ballesteros, Osvaldo Sauma (Costa Rica). Antonio Correa, Iván Oñate (Ecuador); Rodolfo Häsler (España); Luis Rafael Gálvez, Martha Cecilia Rivera (Estados Unidos); Jorge Torres, Jorge Nájar, Efer Arocha (Francia); Marta L. Canfield, Gabriel Impaglione (Italia); Marco Antonio Campos, José Ángel Leyva (México); Renato Sandoval (Perú); Luis Bravo (Uruguay); Luis Alejandro Contreras, Benito Mieses, Adalber Salas (Venezuela);
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con el asunto “Retiro”


NUEVO TÍTULO DE ALVARO PINEDA BOTERO







El próximo veinticuatro de julio en la Universidad Eafit de Medellín, se efectuará el lanzamiento de este nuevo título de Alvaro Pineda Botero, uno de los más emblemáticos escritores colombianos contemporáneos. 

Al filo de la hoja, publicado por Sílaba, en palabras de la editora “ofrece dos tipos de relatos: cuentos cortos intensos, inquietantes, que dejan al lector con el deber y el placer de cerrar el círculo de la narración propuesta; y cuentos más extensos que exploran posibilidades del género haciendo retratos vívidos de personajes realistas, como el cura Policarpo; abordando la ciencia ficción con gran acierto, como el caso del “El planeta intermitente”; o incluyendo temáticas sociales e intimistas que cuentan una guerra civil, la decadencia de un militar, o los sueños de progreso que se ahogan en el mar de la burocracia.

Una de las mayores virtudes de este libro es su variedad en temas y escenarios, la generosa cantidad de historias que ofrece al lector como un menú que puede degustar los más heterogéneos comensales de la literatura, ya que sus relatos pueden responder las más disímiles preguntas que nos inquietan y que vienen no se sabe muy bien de dónde; todo esto en un tono a veces cómico, a veces melancólico, a veces filosófico, siempre crítico y lacerante, lejos de la comodidad y del conformismo que sugieren las literaturas del entretenimiento. Solo queda invocar al lector a que abra al azar estas páginas y escuche, preferiblemente con la sorpresa inocente de quien oye el mar en una caracola”.


* Álvaro Pineda Botero, ganó el Premio Nacional de Novela en 1983 con Trasplante a Nueva York. Otra de sus novelas: Bolívar el insondable,  fue seleccionada por la Revista Credencial entre las más destacadas del siglo XX en Colombia. Común Presencia Editores ha publicado: El esposadoMemorial de la InquisiciónGallinazos en la baranda y La política de Dios. Como crítico literario ha publicado Teoría de la novela; El reto de la Crítica y La Fábula y el Desastre –Estudios críticos sobre la novela colombiana.


JOSÉ LUIS CUEVAS: EL ADIÓS DE UNA ÉPOCA





Marco Antonio Campos

a Mariana, Ximena y María José

Conocí a José Luis Cuevas en mayo o junio de 1981 en casa del poeta Jorge Ruiz Dueñas. Jorge, quien era muy amigo de Cuevas desde los años sesenta, nos invitó a un grupo de escritores de la generación porque Cuevas quería conocer a nuevos escritores. Acompañaban a José Luis, su esposa Bertha y su hija Mariana, quien parecía bellamente salida del cuadro de “La joven del arete” de Vermeer.
   Escribí en julio de aquel 1981 una nota en Proceso acerca de un libro con cartas de Cuevas a José María Tasende y poemas que habían escrito sobre sus dibujos y pinturas poetas de diversas nacionalidades: desde Octavio Paz, Eduardo Lizalde y José Carlos Becerra hasta Claude Esteban y Fernando Ferreira de Loanda. A los poemas los acompañaban dibujos de él: como en toda su obra Cuevas rompía la geometría para crear una propia geometría. Un añadido: los amigos de José Luis en mucho mayor medida fueron escritores y poetas, y no pintores.
   En febrero de 1984 Armando Ponce y yo, para Cultura de Proceso, le hicimos una entrevista que buscó ser un autorretrato verbal de sus 50 años. Él mismo nos contestó que las dos obsesiones en su arte fueron el autorretrato y la mujer. A cada uno nos regaló y dedicó un melancólico autorretrato donde señalaba la fecha de la edad que empezaba a tocar la noche.
    Fue uno de mis grandes amigos, un amigo excepcionalmente generoso, y aun en broma, nos llamábamos hermanos en Piscis (ambos éramos de fines de febrero: yo del 23, él del 26). El gran tema de José Luis en las conversaciones eran las mujeres y no he conocido a nadie tan hábil como él para seducirlas. Era un gusto ir a su casa a comidas, cenas, fiestas y reuniones por los grandes artistas y las mujeres bellas que invitaba. Bertha, su magnífica primera esposa, era una anfitriona inigualable para todos los convidados. Cuevas conoció miles de gentes, pero sus amigos, como pasa en estos casos, eran unos cuantos. Siempre tuvo abierta las puertas de su casa para estimular y apoyar a los jóvenes pintores.
   Desde muy joven Cuevas se preparó para la fama y supo llevarla mejor que nadie. Vivían y convivían naturalmente en él el hombre público y el hombre privado. Aun los pequeños detalles de la fama le divertían o preocupaban. Una vez, hacia la Navidad de 1984, los amigos lo encontramos afligido en el jardín. Le preguntamos por qué. “Hace como dos semanas que no me entrevistan”.
   Otra vez, estábamos en Tlaquepaque, Jalisco, en abril de 1985 (hay una foto que circula en Internet) Bonifaz Nuño, Cuevas, Juan Bañuelos, René Avilés Fabila, Carlos Montemayor y yo. Íbamos a un homenaje a Bonifaz y a la presentación de un libro de poemas mío (Monólogos) con dibujos de él. Cuevas se levantó de la mesa y se puso a caminar. Al regreso, comentó satisfecho: “Me saludaron tres personas. Estaba inquieto porque en toda la mañana no me había reconocido nadie”.
    Si en público el ego de José Luis se engrandecía (la gente no se daba cuenta que en eso había algo o mucho de teatral), a petit comité era muy respetuoso del interlocutor, e incluso, aunque no se crea, podía parecer reservado o tímido. Sin embargo, si llegaba un periodista o un fotógrafo, o si daba una conferencia, o participaba en una mesa redonda, o lo entrevistaban en la televisión, se transformaba de inmediato, y el mundo parecía hecho para él. Fue una persona que se inventaba prodigiosamente en muchos personajes.
   Era amenísimo en la conversación y tenía un sentido del humor excepcional. A sus enemigos solía acuñarles frases de demolición. Contaba historias divertidísimas, donde no excluía la fabulación, y hacía extraordinarias imitaciones, incluyendo la de grandes amigos, entre las que sobresalían las de Fernando Benítez y Carlos Fuentes.
   Cuando en el segundo lustro de la década de los ochenta empezó a escribir sus Cuevarios en el suplemento del Búho, que dirigía René Avilés Fabila, los artículos versaban sobre cuestiones relacionadas con museos y arte. Estaban mal desarrollados y eran aburridos. Con la confianza de la amistad, le insistimos que por qué no escribía las historias tan amenas que contaba en la vida diaria. Empezó a hacerlo y el círculo de amigos y numerosos lectores empezamos a asombrarnos de su talento. Al principio me permitía hacerle una serie de observaciones sobre defectos en los artículos: fallas en la sintaxis, rimas interiores, repeticiones fallidas de palabras, que no explicara del todo el asunto… Aprendía muy rápido. Cada domingo su relato o artículo era mejor. Por supuesto el tema central eran los relatos eróticos. Una vez me telefoneó Raquel Tibol y me dijo: “Dígale a su amigo Cuevas que no le creo nada de lo que dice”. Le repuse: “Mire, Raquel, no hay mentiras, sino trasposiciones. Las anécdotas y las situaciones son reales, pero se trata de mujeres a las que José Luis transforma y coloca, según el caso, en El Salvador, Argentina o México”. Eran muy  divertidos los piques y pullas, las rupturas y reconciliaciones de Cuevas y la recordada Raquel Tibol. Era un cariño-odio en el que se imponía el cariño.
   Los dos primeros libros con estos relatos de aquellos años, con la venia de José Luis, los seleccioné y los publicó Fernando Tola en la editorial Premià: Historias del viajero(1987), del que también escribí el prólogo, e Historias para una exposición (1988). Cuando publicó el vastísimo Gato Macho en 1994 en el FCE nos lo dedicó a Edmundo Valadés y a mí. A don Edmundo, porque le entusiasmaban los relatos eróticos, y se lo decía admirativamente a José Luis; a mí tal vez por haberle dado algo del impulso literario inicial. En aquel entonces Don Edmundo, Monterroso y yo comentábamos que José Luis escribía mejor o mucho mejor que un buen número de nuestros narradores reconocidos. No dejo de sonreír cuando oigo la leyenda que a Cuevas le escribían sus relatos. Falso. Tenía un talento nato para la narrativa oral y escrita. Lástima que en los años finales, en páginas de El Universal, escribiera a cuatro manos unas cursilerías irremisibles, de: “mejor nos vemos a la próxima”.
   Heredero de Posada y José Clemente Orozco, Dios o los hados le dieron el toque del genio como dibujante. Una vez, en 1991, en Viena, comparándolo con un alma gemela, el pintor austriaco Egon Schiele, escribí: “Hay asombrosas coincidencias entre ambos: el erotismo y la muerte uniéndose en el filo del grito, el egocentrismo casi absoluto que se manifiesta en las innumerables máscaras y caras del artista, el paso lento y angustioso en los bordes circulares del pozo de la locura, pero todo contrastado con una raíz infantil que no niega la inocencia y le da un fondo de ternura a una obra y a un mundo que se revelan a su imagen y semejanza. Las líneas de los dibujos y las pinturas de ambos, dejan al espectador ver, o mejor, entrever las llagas del alma y las grietas del cerebro”.
   El gran amigo se ha ido. Quisiera, como tantos que lo trataron y admiraron, que su espléndida obra, en el futuro próximo y en el futuro lejano, tenga un manejo hábil y correcto a la altura del gran artista que fue. No es demasiado pedir.
    Con la muerte de Cuevas termina una época del arte mexicano. Un artista y una figura pública irrepetibles.   

RUNAS: CATALINA SOJOS



                              

I

a la primera palabra le ofrecimos un poncho de espóndilos
y en sus tobillos atamos sonajeras

cuando la noche se volvió hueso
ella huyó con su aire

luego quedamos manchas
de aquellos que creímos danzar en su esqueleto

II

cuentan que el corazón del inca se transformó en aríbalo
sus fragmentos se exhiben
con esa terca actitud de las cosas que sobreviven al olvido

III

jamás  sabrás quién es el vigilado

los pasos van y vienen
detrás del muro con las cinco hornacinas

arde la luna en la piedra sacrificial

hay un olor a escombro
a tierra retorcida

no, nunca habrás de saber
quién es el vigilante, el vigilado

IV

nadie entiende qué hace una mujer
como si fuera un pájaro muerto entre el cielo y la tierra

en tanto el vacío se instaura
ella limpia su corazón entre las piedras
V

ellos cuentan su historia con los dedos
y en los nudos inventan poliedros

registran el horizonte con hilos verdes

su tacto dibuja púas en los ojos

VI

entre las piedras los shamanes ululan

en su memoria
la pequeña hoja de una selva
se mantiene agarrada de su cola

presagios pueblan el bosque
lejos de la ceniza que en ti se confabula


VII

qué tiempo de exactitud sepultado entre ortigas

sal de la piedra
hombre que fue maíz y hierba húmeda

bajo rotas columnas
y amargas trenzas

tendido estás
en la delgada lengua del olvido
VIII

Cae sobre mi mano como si fuera un nido
con toda su memoria

exigiendo un dueño al que llamarle por su nombre

materia adherida a la mía
su tierno esqueleto de arcilla

cántaro ya sin peso

vaga fosforescencia que no alcanza
a recoger la lluvia

DE REPENTE EL TIEMPO SE DETUVO




EXPOSICIÓN ROSENELL BAUD


Inaugurada el 14 de julio pasado, esta inquietante exposición de la artista suiza Rosenell Baud estará abierta al público hasta el 31 del presente mes.

Rosenell Baud llega a Colombia 1968,  tomando la decisión de quedarse a explorar la  naturaleza con una diversidad y orden diferente a la de su país. Termina seducida por el ambiente, desde esa época es parte de nuestra cultura.  La recorre como pocos, la observa en todos los ángulos, la siente, haciéndola parte de ella para crear su propia esencia. 

En cada pieza encontraremos a la mujer creadora junto a su naturaleza, que como ella se  regenera, crece, es firme, se multiplica, busca la luz para sobrevivir en la adversidad del ambiente contaminado de vivencias que solo la han hecho fuerte. El resultado de toda esta experiencia es la creación de imágenes con atmosferas, son fragmentos de su gran paisaje femenino que nos invita a incorporarnos y explorar su forma de percibir el mundo.

En el primer piso encontraremos su obra pictórica de mediano y gran formato desde los años 70 hasta el momento. Serán espectadores de la evolución de su pintura con técnicas como el temple, acrílico hasta llegar a un material versátil como el marcador.  El color que Baud prepara con diversos     pigmentos, es el resultado de sus viajes y estudios de tonalidades que realizo por el pacifico, atlántico e interior colombiano, las formas son semillas que florecen crecen se expanden, se contraen.  En la serie de “Doce para un año” podemos evidenciar preciosas vulvas que se mimetizan con el entorno y se vuelven una con la naturaleza.

En el segundo piso descubriremos la abundante obra gráfica, dibujos en plumilla y grabados en aguafuerte, aguatinta, punta seca y cera blanda, siendo de una laboriosidad única de un ser dedicado que ama lo que hace, cada trazo es reflejo de constancia y compromiso.  Cada línea se complementa con las otras y generan formas orgánicas que van creciendo en nuestra mente.

Y en el último piso esta su bella instalación “Erosión” que cuenta con 200 piezas, son parte de un periodo de recolección de troncos que eran vecinos del espacio donde ella habita, fueron mutilados y abandonados. Rosenell los rescata dándoles una segunda oportunidad, haciéndolos parte de su obra en placas de zinc con la técnica de aguafuerte, hace evidente las huellas dejadas por el tiempo,  el ambiente de la corteza y corte  transversal de cada uno.  

De repente el tiempo se detuvo para ser un alto en el camino, reflexionar por un momento que ha sido de nuestra vida, tener reencuentros y reconciliarnos con el pasado.  Casi cincuenta años de trabajo artístico de Rosenell Baud se ve reflejado en esta maravillosa muestra, que abarca los tres pisos de la Galería Melaká, haciéndonos partícipes del proceso artístico de esta gran maestra.

ANGIE ROA
Julio 2017


METAPHYSICA


Ahora me entiendo
Sé de estrellas
Sé de música y armonía

Me inicio.


Hanni Ossott

(Del libro: Hasta que llegue el día
y huyan las sombras.
)



CARTAS DE LOS LECTORES

AMIGOS CONFABULADOS: Mi querida Amparo, que estupenda entrevista, Cuevas era un personaje polifacético, arrollador, y ustedes supieron explotar esa personalidad, guiando la entrevista, con la habilidad, conocimientos e inteligencia que los caracteriza ( hablo en presente, a veces creo que no se ha ido Gonzalo). Me sorprende el bajón tan tremendo de la obra de Cuevas. Estas son las injusticias del mercado del arte. Te mando un gran abrazo, amiga del almaSonia Guerrero de Villegas

***

Amparo querida,yo tuve el placer de conocer a José Luis Cuevas. Fausto Panesso lo había traído de México a Bogotá para que hiciera una exposición aquí. Lo instaló en el Hotel Casa Medina le puso los todos los materiales, básicamente, casi todos, de color sepia y lo puso a trabajar. 
Una noche me invitó Fausto a un buen restaurante de pescado y frente a una trucha conocí a José Luis Cuevas.
Yo había vivido cinco años en México y conocía de su fama allá. Fue cordial conmigo y me firmo ' un libro de el ,que debo guardar todavía por allí. Básicamente me dediqué a escucharlo ya que era un narrador nato. Se comió un filete de algo sin salsa y se tomó una botella de agua. El único momento en que me dedicó una cierta decidida atención fue cuando le dije que yo visitaba con frecuencia el estudio de Giorgio Morandi en Bologna , en mi juventud.
Aquella noche supe que Cuevas no quería a Botero, en cambio Obregón era mirado con aprecio por él. Pero fue injusto con Botero porque además de su merecida fama, Cuevas jamás había visto sus cuadros de las Mona Lisas que revelaban sin dudas un pintor con talento. Esquivé el tema, también le dije que de todos modos yo era más cercano a Obregón, aunque había diseñado unos almanaques para los dos y la noche se deslizó hacia unas cuantas anécdotas que Cuevas narró con un garbo muy proprio de él. Lamento, seguramente con otros que admiraron sus dibujos, su muerteGastone Bettelli

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QUERIDOS CONFABULADOS: Queridos amigos, esta para saludarlos y preguntarles si tienen conocimiento de un evento poético que va a realizarse en Bogotá, próximamente. Oí que lo anunciaron en Radiónica, pero no he podido comunicarme con la persona que lo informó.  Stella R.

R/r. Stella buenos días. Quisiéramos ayudarte pero en Bogotá hay eventos de poesía todo el tiempo. No sabemos a cual de ellos te refieres. Quizás en la Casa de Poesía Silva tengo algo más específico para orientarte.

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CONFABULADOS: Es un placer leer las entrevistas que realizaron Amparo y Gonzalo. No falta la erudición y el humor en ellas.. Gracias por compartirlas en Con-fabulación. Nana Rodríguez.

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QUERIDOS CONFABULADOS: Gracias por registrar el homenaje a Eduardo Gómez, uno de nuestros más insignes escritoresLibardo Estupiñán Arias